jueves, 11 de diciembre de 2014

El nuevo paradigma: educar para sanar

Este artículo nos enfrenta a una realidad que muchas familias han visto. Es la Razón para buscar nuevas formas de educar a sus hijos sin perder de vista lo esencial, el ser que está detrás y su crecimiento como tal. 
Los invitamos a leer esta exelente nota:


"La educación que enferma
El sistema educacional imperante a lo largo de su historia sin duda que ha tenido éxitos, pero ha ido quedando progresivamente en deuda con la infancia, al no planificar una educación de acuerdo a lo que es el niño y lo que realmente se necesita en esta etapa de la vida. Cada día vemos con mucha preocupación cómo se pone el acento casi exclusivamente en la entrega de contenidos, conceptos y en el logro de habilidades. Se entregan de manera unilateral conceptos, generando una sobrecarga académica, una intelectualización precoz y estrés emocional crónico, a través de instaurar un aprendizaje en edades muy tempranas del desarrollo (lecto escritura y procesos de abstracción, antes de los 6-7 años), como de fomentar la competencia y el “éxito”, pretendiendo formar seres humanos aptos laboralmente. En el camino no se ve la esencia de quién es y que necesita realmente el niño, como tampoco los problemas que todo esto provoca en su salud."

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miércoles, 17 de septiembre de 2014

20 Consejos para evitar el castigo y lograr avances.

Cuando un límite es transgredido, evita el castigo. No se aprende nada cuando los niños son lastimados o humillados. Deja atrás la idea de que para hacer que los niños aprendan de sus actos, primero deberás hacer que paguen por ellos. Las herramientas que te presento a continuación son ideas alternativas que tú como papá, mamá, o cuidador, podrás tomar para educar a tu hijo(a) o a un niño(a).
Ten presente que cada individuo y familia son únicos, es por eso que deberás escoger aquellas herramientas que sean funcionales de acuerdo a ello.
 
1. Haz preguntas: ¿Qué pasó?; ¿Y ahora, cómo lo resolverás?; ¿Qué crees que ocasionó que pasara?; ¿Qué aprendiste de esto? Es probable que las primeras veces que implementes esta herramienta, tus hijos contesten “no sé” porque están desconcertados sobre la nueva forma en que actúas cuando ellos sobrepasan un límite, entonces, si te contesta “no sé” tú simplemente dile: “eres bueno(a) resolviendo problemas, ¿porqué no lo piensas un momento y luego retomamos para que me cuentes tus conclusiones?”.
2. Evita las luchas de poder. Cuando tu hijo esté en negación y no te haga caso, evita entrar en lucha de poderes para tratar de obligarlo porque esto puede ser muy desgastante y un círculo visicioso. En muchas ocasiones es muy efectivo decirle lo que tú harás en lugar de obstinarse en que él cumpla una orden en ese mismo instante, por ejemplo: “Lavaré solo la ropa que esté en el cesto”, ó “Si no juntas tus juguetes luego de jugar con ellos, como quedamos, lo recogeré yo y quedarán guardados por un día”.
3. Expresa cómo te sientes: “Estoy muy molesta(o) por lo que acabas de hacer y me gustaría contar con tu ayuda para solucionarlo”.
4. Confía en que tu hijo(a) sea quien es diciendo: “Estoy seguro(a) que puedes pensar en una solución útil, confío en ti”.
5. Motiva el respeto diciéndole a tu hijo(a): “Sé que puedes decir lo mismo de una manera respetuosa, no responderé a esos modos”.
6. Aplica tiempo fuera positivo diciendo: “Estoy muy enojada(o) con lo que acabas de hacer, pero como me importas, esperaremos a que podamos calmarnos ambos para ser respetuosos y continuar con esta conversación.
7. Actúe sin hablar: Simplemente tome la mano del niño(a) y muéstrele lo que debe hacer.
8. Utilice frases amables y firmes a la vez: “Es momento de subirnos al auto, jugaremos a lo que tú quieres más tarde”.
9. Cuando el niño está en pleno berrinche (fuera de casa), lo tomas de la mano (o en brazos) y le dices: “Es necesario irnos ahora, lo intentaremos otro día”.
10. Aplica la consecuencia lógica que se haya acordado en la junta familiar: Habla previamente con tus hijos y diles qué pasará si una regla no se cumple para que esté prevenido y sepa que sus elecciones tienen consecuencias.
11. Re-dirige la conducta: Los niño(a)s (y todas las individuos), están más dispuestos a reflexionar sobre sus actos cuando sus padres (u otras personas), les dan la posibilidad de intentarlo nuevamente en lugar de humillarlos por lo que hicieron. Así que si tu hijo hace algo que te disgusta, invítalo a hacer algo útil para la familia como una forma de recuperarse de su error.
12. Sé un ejemplo congruente: Si lo que estás tratando de pedirle a tu hijo(a) es que se calme y reconsidere sus acciones, no podrás hacerlo desde el enojo o la ira que sientes por lo que él/ella hizo. Deberás primero poder calmarte tú y pensar para saber que le dirás o cómo actuarás.
13. Aplica la fórmula: “privilegio = responsabilidad / falta de responsabilidad = pérdida de privilegio”. Tener cosas que nos alegran o facilitan la vida es un privilegio, la responsabilidad que acompaña a ese privilegio es cuidarlas.
14. Juntas Familiares: Cuando un límite sea transgredido una y otra vez, en lugar de caer en cantaletas del tipo “pero lo hemos hablado cien veces”, retoma el asunto para discutirlo en junta familiar y entre todos elaboren una alternativa más efectiva.
15. Considera los comportamientos desafiantes como oportunidades para adquirir habilidades de vida: Por ejemplo, después de un berrinche ya en la etapa de calma, invita a tu hijo a platicar sobre lo sucedido, enséñales cuáles son las formas correctas de hacer o pedir las cosas. Conforme vaya creciendo, irá incorporando estos aprendizajes.
16. Ayúdalo a identificar sus emociones: Expresar lo que pensamos y sentimos no es cosa fácil. Ni siquiera muchos adultos pueden hacerlo. Crea una cartulina con caritas (emoticons) con expresiones básicas como alegría, tristeza, enojo, miedo, asombro, etc. y enseña a tu hijo sobre esas emociones. Dile que cuando no pueda decirte como se siente, puede recurrir a la cartulina para señalártelo.
17. Usa cuentos y juegos para entrar en su mundo. El juego y los cuentos son primordiales en la infancia y un excelente camino para educar. Adquiere libros que fomenten valores, que hablen de hábitos y situaciones de la vida cotidiana que pudiera vivir tu hijo y léelos con él/ella. En algún momento que vivas una situación relatada en alguno de los cuentos, recurre a esa información como auxiliar en el problema.
18. Entrena y da seguimiento: Nadie nace sabiendo, por tanto, si queremos que nuestros hijos sean cooperadores y hagan las cosas que les pedimos, en necesario tomar el tiempo previo para entrenarlos y explicarles los procedimientos. Jugando también se puede enseñar, no olvides que el aprendizaje se adquiere mejor si está relacionado a una experiencia positiva.
19. Conecta con tu hijo(a): Nunca olvides que el arma más poderosa para evitar el mal comportamiento es darle a tu hijo(a) el mensaje de amor. Asegúrate de hacerle saber que es importante y valioso(a). Como dijo el Dr. Dreikurs: “Un niño mal portado es un niño desalentado” Alienta a tu hijo(a) con amor y conéctalo a tu familia.
20. Sigue la regla de oro de la crianza respetuosa: Ponte en el lugar del niño y trátalo cómo te gustaría ser tratado en la misma situación.



Carla Herrera
Educadora Certificada en Disciplina Positiva
Directora de Pequeño Gran Humano

Fuente:  http://www.disciplinapositivamx.com/

lunes, 1 de septiembre de 2014

La ranita

Como nuestras palabras afectan a los demás...Pensando en nuestros hijos con mayor razón!!!

martes, 28 de enero de 2014

De la niñez a la adolescencia

Hemos oído en multitud de ocasiones, que la adolescencia es la etapa que supone la transición entre la infancia y la edad adulta; es entonces una época de cambios y dudas. La tarea más importante de la adolescencia es aprender a ser uno mismo y crear su propia identidad: que se traduce en aprender a tomar decisiones, nuevas prioridades, compromisos y ganar la experiencia necesaria para ir gozando de mayor independencia. Es un proceso que lleva su tiempo y esto habitualmente se nos olvida a los adultos.
Es muy difícil para ambos, padres y adolescente, encontrar el equilibrio entre la dependencia que se tiene por la protección que los padres han dado hasta ese momento y la independencia que el adolescente desea para poder experimentar y vivir el mundo que le rodea. En ocasiones necesitan los consejos de los padres, aunque paradójicamente no suelen pedirlos; y otras veces desean ser totalmente libres y que nadie se entrometa en sus asuntos. Esta ambivalencia es muy difícil para ellos mismos y mucho más para los padres, ya que les resulta muy difícil adivinar en qué momento se encuentran.
Algunos padres, temen dar demasiada libertad y que sus hijos no respeten las normas que ellos consideran necesarias y ante esto imponen sus reglas sin opción al diálogo queriendo retrasar el momento de que los chicos tengan plena independencia. Otros padres, y más en la sociedad actual que vivimos, ante la falta de tiempo, no tienen ganas de discusiones ni consideran los problemas de sus hijos como importantes, dejan a los adolescentes que hagan lo que quieran y que les cuenten lo menos posible para no ser molestados.

En este momento, el adolescente sigue en una fase de educación, y la disciplina es imprescindible. Tienen que aprender que hay que tolerar las normas, ya que los adultos continuamente tenemos que ceñirnos a ellas. Por lo tanto tienen que adquirir la tolerancia a la frustración de no poder hacer lo que uno quiere cuando uno quiere.
Al hacerse mayor, los adolescentes se cuestionan cada vez más las normas que les rodean, ya que a su vez están aprendiendo a tomar decisiones y a resolver los conflictos que se generan a su alrededor. La disciplina es una herramienta básica en la formación de una persona responsable, estable y que respete los derechos de los demás.
Una manera de hacer que los hijos respeten las normas que los padres imponen es fomentar un comportamiento responsable, entendiendo que ellos son libres de elegir pero explicándoles la conveniencia de realizar lo que pretendemos que ellos hagan. Hay que ayudarles a expresar sus sentimientos, intentando fomentar el diálogo y la comprensión de lo que dicen; tienen que sentirse reconocidos por lo que hacen bien y no sólo criticar o exigir un cambio de lo que hacen mal; es importante que el hijo se sienta escuchado y tenido en cuenta a la hora de establecer normas nuevas, para que así adquieran habilidades de negociación y se sientan implicados cuando tengan que llevarlas a cabo.
Los adolescentes además tienen que percibir que los padres son el mejor modelo a seguir y que son fieles a sus principios; por lo que dar ejemplo es el mejor argumento que se puede tener para convencerles de que hagan lo que pretendemos. Si unos padres gritan a su hijo, se le está enseñando que el mejor modo de conseguir algo es por medio de este método, estamos de acuerdo que el adolescente se encuentra en una etapa de aprendizaje, por lo tanto hay que educar en discutir de forma sosegada, inteligente y tolerante. Los jovenes necesitan percibir que se les tiene en cuenta, que ya no son esos niños del pasado y que su opinión es merecedora de ser tenida en cuenta, por lo tanto, tiene que sentir que se les respeta su espacio y su derecho a tener opinión, así hay que darle un margen de decisión en el momento de organizar las tareas a realizar y decidir conjuntamente cuáles serán su responsabilidad. Mejoraremos, de este modo, su autoestima, que también se está forjando en esta etapa.
Lo más importante es que ellos perciban que se es justo. Hay que ser muy constantes y firmes y ambas partes entender que el beneficio es mutuo: se mejorará la convivencia y nadie verá vulnerada su libertad de expresión en el seno de la familia.
Fuente:  Familia paso a paso

jueves, 2 de enero de 2014

Los beneficios inesperados de los videojuegos

Esta interesante nota recopila diferentes investigaciones que han comprobado los beneficios de los videojuegos

"Diversos estudios han comprobado que este tipo de entretenimiento puede mejorar una serie de habilidades cognitivas, motivacionales, emocionales, sociales y físicas.

 Los videojuegos suelen contar con muy mala prensa. Que atontan a los niños, que generan toda clase de trastornos sociales y adicciones, que producen niños sedentarios, obesos y lo peor de todo, incentivan la violencia.

Sin embargo, muchas de esas afirmaciones caen más en el terreno del mito que de la realidad. Por un lado, el supuesto vínculo entre los videojuegos y la violencia parece basarse más que nada en prejuicios y un par de excepcionales, pero bullados casos aparecidos en la prensa, de delincuentes juveniles que han expresado fanatismo por algún juego. Desde el sentido común, pareciera ser al revés,
pocas personas parecen más tranquilas e inofensivas que los jugadores de videojuegos.
 De hecho, suelen ser objeto de bullying, más que sus autores.

¿Y el sedentarismo o la sociabilidad? No se puede negar que estar todo el día sentado y encerrado no ayuda a cultivar el físico o las relaciones sociales, pero eso corre también para la TV, el auto, el trabajo y gran parte de la vida moderna. Al menos los videojuegos se pueden jugar con otras personas y las nuevas tecnologías de detección de movimiento, han incorporado algo de ejercicio a este modo de entretención. 

A fin de cuentas, como toda herramienta y tecnología, su beneficio o perjuicio se encuentra en su modo de uso.
 Un consumo obsesivo sin duda puede traer problemas, pero diversos estudios que se vienen acumulando desde hace años, parecen indicar que, bien usados, los videojuegos traen varios beneficios para nuestra vida. En este artículo recopilamos algunos de ellos. "

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