La educación emocional se desarrolla mejor durante la
infancia, época en la cual, la información se aprende a través del ejemplo.
Durante este periodo crítico de aprendizaje, los niños
establecen sus actitudes, pueden considerarse buenos o malos, hábiles o torpes,
felices o infelices, etc. También en esta etapa, los niños adquieren hábitos
emocionales que coinciden con la visión que tienen de ellos mismos, ser
comportan siguiendo ciertas líneas y son tomados por los adultos como tales.
La mayor parte de modelos de conducta, se aprenden de los
padres y las demás personas que rodean al niño, conllevando a un
determinado tipo de conducta cuya duración dependerá del tratamiento que se le
de. En el cual, si los padres son maduros e inteligentes emocionalmente, el
niño recibirá mensajes positivos que le permitan entender las consecuencias de
sus conductas y por qué estas son o no favorables ; en caso contrario, si se es
inmaduro emocionalmente probablemente se recurra a métodos tales como los
gritos o agresiones físicas para corregirlos.
Los niños se irán formando en la madurez emocional a medida
que los padres la enseñen y la practiquen con ellos, tales como abrir el corazón, evitar los
juegos de poder (abusar de la autoridad, maltratarlos y manipularlos a través
del miedo), ser sinceros, evitar el control excesivo (ser rígido), comprender
los temores de los niños, alentar los recursos emocionalmente cultivados,
enseñarles autodefensa emocional (decir lo que le gusta o desagrada –
asertividad) y ser paciente.
Además, los padres deben tener siempre presente, que los
niños aprenden poco a poco y que ellos son la principal fuente de información,
es allí donde radica la importancia de formarse y educarse para poder adquirir
una mejor madurez emocional, que les permita transmitir todo ello a sus hijos,
habilidades que no sólo le servirán para toda la vida.