En el colegio pueden surgir multitud de
conflictos entre alumnos, pero el bullying no es una simple discusión,
un juego inocente o una broma pesada. El acoso escolar es otra cosa y el
problema es que muchas veces, bajo el disfraz de ser “cosas de niños” estas situaciones pasan inadvertidas.
¿En qué consiste el acoso escolar?
El acoso escolar es siempre una violación grave de los derechos del niño o adolescente, que atenta contra su dignidad, su integridad física y su estabilidad emocional, comportando un riesgo severo para su bienestar y su desarrollo socioafectivo. Por lo tanto, el acoso escolar no puede ser entendido ni tratado como “cosas de niños”.El acoso escolar es una forma de maltrato continuado y deliberado que se manifiesta en agresiones verbales y físicas, así como en situaciones de rechazo y exclusión de un estudiante o grupo de estudiantes hacia un compañero, que se convierte en la víctima habitual. El acoso escolar cumple por tanto, los siguientes requisitos:
- Es continuado en el tiempo, repetitivo: No es algo puntual. El mismo alumno es lastimado sistemáticamente a manos del mismo grupo de personas.
- Es intencional: no es algo casual, fruto de una discusión o enfado. A veces los niños pueden dañarse sin querer, eso no sería acoso. El niño o adolescente que acosa tiene como objetivo causar algún tipo de daño (físico o moral) a la víctima.
- Indefensión de la víctima: para muchas personas, la víctima debe cumplir una serie de “requisitos” por los que es elegida para los ataques (timidez, baja asertividad, pocos amigos…). Desde mi punto de vista, esta interpretación es inapropiada, ya que esas características son más consecuencias que causas. La causa del maltrato nunca está en la víctima, sino en el acosador y, sobe todo, en el entorno. El acoso va minando la confianza de niño que lo sufre, de forma que las desigualdades de poder cada vez son más marcadas hasta que, llegados a un punto, ve imposibilitada su propia autoprotección.
- El acoso no ocurre en un vacío social: los demás estudiantes, aunque no participen de las conductas de acoso, son conscientes de lo que sucede. Algunos ríen junto al acosador, otros permanecen en silencio. El niño o adolescente acosado está cada vez más aislado e indefenso y el que acosa, más reforzado en su comportamiento. Tan sólo un bajo porcentaje de alumnos son capaces de salir en defensa de alguien en esta situación. Bravo por ellos.
Formas de acoso escolar:
- Acoso verbal: es la forma más común (más de un 50% de los casos). Insultos, críticas, burlas y amenazas son las manifestaciones habituales (me insultan, me ponen motes, se burlan de mí, me amenazan…)
- Acoso físico: es la forma menos común (apenas un 8% de los casos), aunque es la más visible a ojos de padres y profesores (me empujan, me pegan, me dan golpes…)
- Rechazo y aislamiento: el acosador, en lugar de dirigirse directamente a la víctima, actúa mediante la manipulación social, influyendo sobre otros alumnos para que le den de lado (hablan de mí a mis espaldas, cuentan mentiras sobre mí, no me dejan jugar con ellos, no me hablan, no tengo amigos…)
- Ciberbullying: es el acoso desde el teléfono móvil o el ordenador. Esta forma de acoso es muy dañina, pues el acosado no encuentra descanso ni en su propia casa.
Consecuencias psicológicas a corto plazo:
La aparición de alguno de estos signos, si antes no existía, debe ponernos alerta.
- Ir al la escuela es un infierno: trata de evitarlo a toda costa, por ejemplo, diciendo que está enfermo.
- Pide que le acompañen a clase: No quiere ir en la ruta escolar o caminando solo. A veces no quieren entrar solos en el colegio.
- Se detectan síntomas de ansiedad: está más irritable, susceptible y nervioso en casa; salta por cualquier cosa, se asusta fácilmente, le cuesta dormir por las noches, tiene pesadillas y miedos diversos…
- Se detectan síntomas de tristeza: se encuentra alicaído, retraído, poco hablador. No juega como antes. Cada día sonríe menos. Llora en su habitación cuando cree que no le ve nadie.
- Pierde la confianza en sí mismo: su autoestima es cada vez más baja, su autoconcepto, cada vez más negativo; no se cree capaz de conseguir nada y se descalifica a sí mismo.
- Pierde o rompe sus posesiones: ropa, material escolar, juguetes…
- Llega a casa con moratones o rasguños
- Está generalmente solo. No invita a amigos a casa y no parece ser invitado a cumpleaños o casas de amigos.
- Cuando le preguntamos qué le sucede, sus explicaciones son erráticas, poco convincentes.
Consecuencias psicológicas a largo plazo:
El acoso escolar amenaza seriamente el desarrollo social, afectivo y emocional de los niños.
Aunque los padres tienen un gran peso en este desarrollo (sobretodo a
edades tempranas), a medida que crecemos, los iguales van a adquirir una
influencia cada vez mayor en nuestros procesos de socialización. Es evidente que si el niño tiene unas buenas bases afectivas, la repercusión del acoso será menor que si el niño ya tenía algún tipo de carencia. Aquí interviene la resiliencia.A diferencia de las relaciones entre niños y adultos, las relaciones entre iguales se caracterizan por la simetría y la igualdad de poder; por ello, muchas de las conductas sociales se aprenden en el grupo de iguales. Haber vivido acoso durante el periodo de socialización con los pares puede traer como consecuencia una futura dificultad para desenvolverse en determinadas situaciones sociales.
Aunque los golpes duelen en el momento, algunas palabras dejan huellas imborrables y mucho más dolorosas en nuestra memoria. Las etiquetas que los iguales pongan a un niño retumbarán en su cabeza durante años; si el acoso es muy persistente, quizás durante el resto de su vida.
Una de las consecuencias más trágicas del acoso escolar es la huella que deja en la percepción del mundo y de las relaciones. El niño o adolescente acosado puede formarse la idea de que es normal ser rechazado o tratado sin respeto. Puede llegar a creer que los otros tienen derecho a maltratarle, o que en las relaciones, unos tienen siempre más poder que otros.
Se ha descubierto una relación directa entre acoso escolar y ciertos trastornos como depresión, ansiedad y estrés postraumático. Sufrir acoso puede llegar a constituir un auténtico trauma; si no se elabora ese trauma, cuando de adulto tenga que enfrentarse a situaciones que, de algún modo, le recuerden a aquellas experiencias, podrá reaccionar de manera similar, reviviendo y reexperimentando la angustia de aquel niño que fue acosado en la escuela.
Fuente: helenaariaspsicologa.com/
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