viernes, 28 de junio de 2013

Habilidades de la madurez emocional

Para Steiner, la madurez emocional está dada por una capacidad que nos permite actuar de manera inteligente ante situaciones que podrían depararnos gran tensión. Para ello, debemos adquirir las siguientes habilidades:
1. Conocer nuestros propios sentimientos: como lo pueden ser el amor, la vergüenza o el orgullo y explicar por qué es que se dan en cada uno de nosotros, buscado entender la intensidad que poseen categorizándolos por ejemplo en pequeñas escalas (como del 1 al 10).
2. Experimentar empatía: lo cual involucra reconocer los sentimientos que las demás personas, comprender por qué se sienten así; en resumen, sentir con los demás y experimentar con las emociones de los otros como si fueran nuestras
3. Aprender a manejar nuestras emociones: lo cual implica controlarlas y saber cuándo y cómo expresarlas y de qué manera afecta a los demás. Es necesario saber cómo formar nuestros sentimientos positivos como por ejemplo la esperanza, el amor y la alegría así como aprender la manera más adecuada de expresar nuestras emociones negativas tales como el enojo, el temor o la culpa de una manera inofensiva y productiva y cuando no debemos expresarlas.
4. Reparar el daño emocional: que conlleva a disculparse con otros cuando cometemos errores emocionales y herimos a otros
5. Combinarlo todo: ello implica una interactividad emocional que nos permite captar los sentimientos de quienes nos rodean y darnos cuenta de sus estados emocionales para interactuar con ellos de manera afectiva.

lunes, 24 de junio de 2013

La Madurez emocional - clave en el aprendizaje


Durante mucho tiempo, el hombre a tratado de definir y aclarar un ideal de desarrollo, un ideal de madurez, visto en sus inicios como el cambio y la evolución física a la cual posteriormente se le anexarían otras cualidades y habilidades.
Surgen así diferentes conceptos y teorías que tratan de englobar las características de un ser humano funcionando óptimamente, el cual no sólo poseía destrezas físicas, sino también destrezas en otros niveles, que le permitirían vivir en sociedad y funcionar efectivamente en ella. Es así como surgen los conceptos de madurez e inteligencia emocional, partiendo de los modelos postulados, en un inicio por el humanismo renacentista, cuyo concepto de madurez se hallaba firmemente representado por una personalidad moderada, respetuosa, autocontrolada, modesta, sabia y libre de avaricia y afán de prestigio.
Posterior a ello, surge el concepto de autorrealizacoión, el cual parte del presupuesto de que el hombre lleva en su interior una inspiración a dirigirse hacia significados, valores y metas y a traspasar de este modo las fronteras existentes, lo cual equivale a una máxima realización de las potencialidades únicas e irrepetibles de la persona (Maslow, 1983)

Con el paso del tiempo y el incremento de las investigaciones en un afán por aclarar estos conceptos, surgen teorías más elaboradas como la de Steiner (1998), quien señala que la educación emocional y por la tanto, la madurez emocional, están conformadas por 3 capacidades:
- La capacidad para comprender las emociones.
- La capacidad para expresarlas de una manera productiva y
- La capacidad para escuchar a los demás y sentir empatía respecto de sus emociones.
Estas 3 capacidades juntas, nos permiten mejorar nuestro desarrollo personal y calidad de vida conjuntamente con la manera de relacionarnos con otros, además crean posibilidades afectivas entre personas, hacen más cooperativo el trabajo y facilitan el sentimiento de comunidad.
Sin embargo, hoy en día es más probable encontrarnos con personas que sean en extremos sensibles y vulnerables o por el contrario, bastante rígidas e incluso hasta inflexibles, en el caso de las últimas, todo este esmero por evitar expresar y sentir emociones, podría tener su inicio en la infancia, cuando frente a situaciones dolorosas como el desinterés de nuestros padres, las burlas escolares y diversas tensiones emocionales, en los cuales se niega el afecto necesitado y sólo se proporciona para manipular nuestro comportamiento, en el cual se nos concede si somos "buenos" y se nos retira si somos "malos". Lo que nos va condicionando silenciosamente para ocultar lo que sentimos y deseamos.

miércoles, 19 de junio de 2013

Madurez del niño entre 6 y 10 años


Los niños comparten pautas predecibles en su desarrollo, pero no todos tienen las mismas necesidades, ni presentan las mismas dificultades en su educación. Aunque existen valores promedios, cada niño es una persona única y su nivel puede variar en distintos aspectos de su desarrollo respecto a su edad. Sin embargo, fijándose en esos valores medios, se puede determinar si presenta o no cierta inmadurez.

Comprueba si es inmaduro 
Los principales hitos en el desarrollo del niño se organizan de acuerdo con un calendario que puede sufrir altibajos pero por lo general, tu hijo se comportará de acuerdo con las siguientes pautas.
A los 6 años:
* Juega con otros niños aunque todavía le cuesta ponerse de acuerdo y se enoja con frecuencia. No le gusta perder. Su egocentrismo se suaviza, pero aún está ahí. Utiliza los juguetes de forma más apropiada que hasta ahora.
* La imitación y la experimentación siguen siendo su principal modo de aprendizaje. Mantiene el pensamiento mágico.
* Tiene continuos cambios de humor. Las rabietas siguen presentes, pero mucho menos que en etapas anteriores.
A los 8 años
* Es capaz de ponerse de acuerdo con otros niños para llevar a cabo un juego y acepta mejor la derrota. Le gusta jugar con sus amigos más que con sus papás.
* Interpreta las cosas desde una perspectiva más realista; su creencia en El Viejito Pascuero, Papá Noel o el ratoncito Pérez desaparecen. Puede utilizar la lógica para resolver problemas concretos, pero le cuesta mucho la abstracción.
* Maneja mejor sus emociones y es más comedido en sus actos, tolera mejor la frustración. Refunfuña cuando se le pide algo, pero lo hace si se le ha educado para colaborar en el hogar.
A los 10 años
* Su juego, tanto en grupo como en solitario, es más organizado. Tiene intereses y aficiones concretas –deportes, colecciones, ciencia– y se vuelca en ellas.
* Analiza el mundo a través de la lógica y los principios aprendidos. Se interesa por muchas cosas y la lectura pasa a ser una fuente importantísima de aprendizaje.
* Le gusta participar de la vida de los adultos aunque intenta “escaparse” de las tareas domésticas. Suele ser descuidado y desordenado. Se siente más seguro de sí mismo y más responsable de sus actos.
Cómo fomentar la madurez
Hacer de los hijos personas maduras y autónomas es una tarea de los padres. Tu forma de tratarle tiene mucho que ver con su forma de ser. Demasiadas exigencias o muy pocas, pueden convertir al niño en una persona insegura y dependiente o en alguien egoísta que solo piensa en su propio beneficio. Para lograr una madurez acorde con su edad:
  • Dale responsabilidades que pueda asumir –poner la mesa, odenar su pieza, cuidar de la mascota– y exígele que las cumpla. Que se de cuenta de que si él no las realiza nadie más las hace
  • Él también necesita libertad. Tiene que ampliarse a medida que la madurez de tu hijo crece –salir un rato con los amigos, ir de campamento, acostarse más tarde– y debe ir acompañada de responsabilidad.
  • Refuerza su autoestima, alabando sus logros y sobretodo su esfuerzo. Y felicítale por sus muestras espontáneas de madurez y responsabilidad.
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Fuente:  Guiadelnino.com